Eres más importante que mis
maneras, dije y lo supuse cierto. Así dejé que el tiempo transcurriera,
sabiendo que circulaba a tientas por los vagones del tren equivocado. Uno se
cree que los sueños no dañan ni embrutecen, y que por angas o por mangas es
posible mirarse al espejo sin ser visto. Uno se cree que el empeño lo conquista
todo y así adormece los sentidos. Y que debajo de la vida hay otra vida que
espera no se le pudra el paraíso. Vaya forma de mirarse los pies con ojos de
vidrio. Qué manera de poner tilde en cuaderno ajeno. Sin embargo, esas, las
maneras, cual pájaros ciegos, de tanto volar por debajo de las evidencias
mutaron en límites, en fronteras insalvables. Y, por cierto, hay un límite en
esto de amar y amarte. Uno que de tanto ir se hizo elástico y resbaladizo. No
digo que no lo vi. Digo que incluso le toqué el corazón. Digo, además, que lo
desmalecé inútilmente. Y lo vi retorcerse en mis manos y lo vi voluble cada vez
que se me iba una letra en tu nombre. Es verdad, eres más importante que mis
maneras, pero mis maneras no son más importantes que yo. Ese es el borde del
abismo, y lo vi acercarse con el puñal en la boca y una sonrisa distante a ver
como se desmigaba mi ya flaca ilusión. Y heme aquí, viajando entre mis
fantasmas y muriéndome de pena por un rato. Aún asi cargo a mis ángeles con la
certeza de ponerlos a volar en el momento menos pensado. Aquí en la sinapsis
entre lo que ruge mi cabeza y murmura mi corazón, haciendo que esta soledad, mi
soledad, mi límite, que fue también mi error, mi mal sueño, mi mal querer,
traiga la poca luz que quedó, para que me ilumine la casa.
lunes, mayo 19, 2014
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