jueves, octubre 07, 2004

CALAMBRES & BOSTEZOS

Calambres

Un ojo alerta el otro en jarana.
Mientras despabilo una pena inútil, el sol acarrea malabarismos ateridos.
Urge una esquina por donde huirle a la dulce inocencia.
Ando con la curda del profesorado y la canción del insolente.
Carezco de resurrecciones y viejas vidas.
No acepto miramientos cuando de herir se trata.
Recibo encargos, pero no fío versos ni gerundios.
Abuso de la potestad del primer golpe.
Rasgar vestiduras suele acaparar fugitivos.
Despacio se mutila una esperanza.
Cargo eso sí con la ira de la paciencia.
Respeto una traición, pero no tolero la culpa que la asila.
Invoco la torpeza tanto como a la insidia.
Me olvido a zancadas de la trivialidad que trae consigo la antesala del odio.
Usualmente comulgo con el error, no así con la constricción.
Facta non verba y metete la lengua muerta en el ojo de vidrio.
Mantente alerta, bien puedes ser una ilusión óptica.
No balbucees respuestas si careces de preguntas.
Me vanaglorio de ser hijo de un dios menor.
Sobran sudores, faltan gritos de alerta.
No pudimos, pero que quede claro, nos dejaron afuera.
Dónde está la ventanilla para dejar las esperanzas?
Yo estaba vivo hasta que diste en el clavo.
No quiero que me tomes en cuenta, que para nada cruces mi calle sin antorchas.
Detesto la resaca del que no se toma la molestia de estrujar la mala noche.
Arrastra el poncho quien no arguye una culpa robusta.
Jure no odiar, pero por dios que me lo haces difícil.
Y ahora como explico este temor a equivocarse otra vez.
De la deuda del amor, soy un acreedor de tono menor.
Si el amor no tiene sexo, porqué el sexo debe cobijar un corazón?.
Como golondrinas esquizofrénicas, los recuerdos deshojan sus pudores.
Las buenas intenciones son infecciosas.
No me mueve la musculosa caridad, más bien el cariño culpable.
Soy un calambre en el instante justo de la calma y la tiza.


Bostezos


Una promesa es un pájaro sobrevolando el purgatorio.
El más allá es una espina parapléjica.
Necesito más de una tristeza para ser feliz.
No me traigas risas circenses si lloras a duras penas.
No hay corazón que aguante una corazonada.
El tiempo está de mi lado.
Con la inmunda conciencia no se puede saltar al vacío.
Soy un señuelo... por si buscas despistarte.
Cuando todo se vino guarda abajo, yo ya no era yo.
La pertenencia no me incumbe ni me convoca.
Hacerlo bien es, a fin de cuentas, el néctar venenoso que nos paraliza.
Para nada pienso en ti, más bien para todo.
En el cementerio de los anhelos, hay estacionamientos?
No sé donde poner la derecha, huelga decir que la izquierda cubre tu vientre.
Et maintenant,... me dejarías un buen odio en garantía.
Yo sé donde refugio mis espejos, lo que no encuentro son los años en penumbras.
Sueño con gordas famélicas y pelícanos.
Soy el vecino amostazado que sorprende con enojos limpios.
Preguntar por el buen dolor, sin olvidar soltar los hombros.
Un corazón abierto puede ser un laberinto y un responso.
Doy crédito a todo lo que parece descartable.
Quién le ha apuntado siempre?
Mis orgasmos son un infarto mal hecho; los tuyos una tumba en apuros.
Si puedes oírme, por favor no tartamudees.
Cuando beso no busco tan sólo un labio.
De mi no depende que quede claro.
You’ve got to hide your love away, te lo juro güey.
Si al primer trino indecente les volaban la cabeza., ¿Para que intentarlo?.
No merodees a la buena de dios. Bésame a la mala... si es posible.
Bostezo cada vez que la fe me obliga a no innovar una certeza eufórica.

Carta de un tipo incómodo un Sábado en la tarde

Yo debiera decirte que te quiero mucho más seguido, a veces bastaría con murmurarlo suavemente como una caricia casual pero firme, pero que quieres que le haga, uno anda paveando, y entre niños y llaves que no funcionan, uno termina por olvidar que todo cuanto ocurre cada día nos lo debemos el uno al otro. Sí, ya sé que no cuesta nada, pero a veces uno hace cosas que no quiere y no dice cosas que debiera decir, pero que va, hay tantas cosas que uno no hace bien y otras tantas que aunque uno crea que le apuntó, en algún momento igual la caga. No pretendo dármelas de macho francote, no se trata de ahora y en la hora de nuestra muerte, aquí no hay amén que valga, pero este cuento de andar rindiendo examen todos los días y a cada rato, como que hincha las pelotas un poco, más que mal uno también baila la misma cueca, y si mi pañuelo flamea menos que el tuyo, que le vamos a hacer. Aclaremos que también hay tanta parafernalia tuya que sólo es pirotecnia, pero por supuesto en la onda de lo bien visto, tus ruidos suenan más que los míos, o al menos así parece. Ya no sé cuantas veces dejo tonterías a medias o torpemente quedo de pie frente a la pantalla con un gol atorado en la garganta, y para qué?, para hacer alguna huevada que parezca útil, que sé yo, recoger un juguete que lleva dos horas en el mismo rincón, y mientras tú subes y bajas aprieto cachete a mirar si algún niño habrá parido una buena excusa. ¿Qué culpa tengo yo de que no sepas descansar?, ¿Quién te pidió que lavaras hasta mis sucias intenciones?, ¿No basta acaso con un buen par de calcetines? .
Hay días en los que la vida se pone difícil, mejor dicho en que tú la haces agobiante. Sí, yo también consigo que te sientas como un vampiro con rabia, pero ahora estoy hablando yo, pero aún es peor, hay días en uno preferiría masticar vidrio antes que llevar el estandarte de la reconciliación, pero también uno es huevón, huevón y huevón a medias más encima, porque como tengo baja tolerancia a la tensión, no aguanto mucho y me sorprendo buscándote con la mirada, y lo sabes y sonríes de manera altisonante, y yo debiera darte portazos, pero uno es huevón, uno es huevón porque ama, y uno ama porque es lo único que hago medianamente bien. Lo creas o no, mi amor es un homenaje a ti, mis sueños son contigo, mis pesadillas son contigo, mis horas, las malas y las buenas, son contigo, y aún cuando parezca que voy por tus lados a costalazos, cada vez que resumo el día es contigo, no sé si será suficiente, yo definitivamente no doy abasto conmigo y hay días en que debiera decir ciertas cosas, pero me salen otras, y este Sábado de modorras galopantes es sólo otro día más de niños aburridos y llaves que gotean.

Carta inoficiosa para isabel castro*

Yo te miraba invadido por la sangre que se me trepaba por todos lados sin que pudiera evitarlo. Aún no conocía el vértigo de la carne trémula, ni sabía como era que me tiritaba toda la suma de mis años. Me perdí en el anhelo de tus ojos. Me cobijé en el sueño de tus besos. Gasté lo mejor de mis ganas frente a tus ojos en blanco y negro. Defendí a fuerza de codazos mi derecho a mirarte. Postergué mi entrada a la soberbia de la sexualidad evidente. Definitivamente mis primeros esbozos fueron contigo.
Y tú sólo brincabas, distante y absoluta, a vista y paciencia de mi niñez en ebullición. Pervivo con las ganas de robarte algunos años, o unas horas, o un pellizco de algún día largo como esta esperanza incubada desde cuando mis huesos aún no dolían.
Esto bien puede ser una torpeza, pero que más da, un deseo no cumplido es como un día sin sufrir, queda suspendido en el aire esperando mejores vientos.

*bailarina de Música Libre