lunes, febrero 11, 2013

ME DEJASTE IR



Pero escribí y me muero por mi cuenta,
porque escribí porque escribí estoy vivo.
(Enrique Lihn)

Se puede amar
a quien no quiere ser amado
pero
será un mar bravío y tosco.
Porque te escribí
y te mandé palabras mansedumbres
en cada manzana
en cada nuevo Zorzal
y un río azul te mojaba los pies.
Porque te escribí con la cadencia ahogada
de la derrota.
Aún asi escribí y estuve vivo.

 
Porque te escribí
en hojas que vuelan alegres
por las calles huesudas del barrio.
Vengo en decirte que un agosto
bajarán de los árboles
los besos que refugiaron los aromos.

Porque no diste
con las palabras ni con las flores,
y no fue un tren vivaracho
el que dejó este montón de botellas
en el patio,
fue un girasol mudo y borracho
que bailo la cueca sola,
la cueca coja
que también hube de bailar.

Porque te escribí
y cada verso que antes me llevó de poeta
baja las escalas y los campanarios
donde logré, a ratos cortos,
que me saliera la voz.
Porque te escribí reptando
sabedor
de que hay una sola dirección
allá donde la navaja de las vírgenes
repartirá
en pequeños cerdos salvajes
el tiempo que requiero.

Porque te escribí
arde mi muerte
pero juego con los muertos
a veces robo sus últimos suspiros
y los hago poemas
poema breves
como la casualidad de amarte
y hallarte.
Te escribí en el azar
en la luna menguante
y en el diario del lunes,
e hice mía la simpleza de mirarte leer
empero
divagaba en la cornisa
al borde de no ser.

Te escribí
para olvidarte, sin saber
que no se puede olvidar
a quien no quiere ser olvidado.
El olvido impone heridas
que se quedan a vivir por los tejados.

Los amantes naufragan
cuando escriben en los andamios
pero les rima el entusiasmo
y yo escribí de eso:
De un albañil melancólico,
un pincel calvo
que sopla flores hacia ti.

Porque te escribí
no podrás dejarme en un cajón
junto a la ropa de invierno.
Ese  anillo que anda contigo
será la cicatriz de mi eternidad.

Porque me escribiste
y escribir es dejar un pedazo de alma
esperando otras vidas
alegraste cada mañana
y dios me vio reír.

Porque escribir me duerme vivo,
el papel fue la sangre prohibida
de amarte sin salvaguarda
cual  pecado insolente
cual osadía ilusa.
Así muere, sin ser,
lo que no pudo ser.

Porque
escribí y brindé
brindé y cobijé
cobijé y escuché
escuché y hablé
hablé y sufrí
sufrí y amé
amé y escribí.

Porque escribí
hasta obligar la coincidencia
hasta doblar el espacio
y mutar, migrar, mirar;
sigo viviendo en un hilo de fuego.

Te escribí y me celebré
en ritos donde solo me veía un árbol
y porque le escribí
a las palabras que no llegaron,
ahora puedo mirar otras caras
y saberlas felices con desparpajo
a la hora de tocarse.

Porque me escribiste.
Ella me escribió,
sus vocales eran grandes.
Mil bocas que soñaban peces
y aguas quietas
a la hora del bostezo
y habían consonantes
siluetas adivinadoras
en las piedras basales de cada cuerpo
y cartas perdidas
en la risa de la olas.
 
Porque te escribí
el hombre ha muerto
y la soledad
tiene su propia sombra.

Luego me fui
esperando
que se me apareciera la virgen
pero no
ella anda en otros asuntos.

Y me fui amándote
sin saber que significa
el  rumor que habita
en lo hondo de tus labios
y me fui
en este barco dormido
en un mar de sueños.

Adonde se va el que no se va?
Dónde ruge el amor inútil?

Me fui
esperando que vinieran por mi
pero no,
me fui solo
con un vaso vacío
por si las moscas
y
algunos poemas sin escribir
para contarle al prójimo
como fue lo que no fue.
Y me fui
amándote
sin saber sin un beso furtivo
sería un acierto
o el final del juego.


Lo que no puede el empeño,
lo podrá la casualidad?

Y me fui
amándote
sin conocer el recorrido exacto
de tus caderas
ni como cae el agua
en el crujir de tu piel.
Y me dejé
c
a
e
r
si piedad ni escafandra
sin culpa ni alas:
estaba advertido.
Así que me fui
mascullando lo sabido
con los ojos bien abiertos.

Y me dejaste ir,
amándote.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Solía creer que las cosas no terminaban de existir si no eran escritas...dejé de escribir...y algunas cosas realmente comenzaron a desaparecer, especialmente algunas emociones. Al terminar de leerte, lo recordé de nuevo.
Solía creer que uno de los objetivos de escribir era provocar algo en alguien. Lo sigo creyendo.