martes, abril 23, 2013

Pripensante


No sé dar portazos
cada vez que aviento una puerta
me aprieto los dedos
sé de aquellos (as)
que sobrellevan el arte
de mandarse cambiar
con propiedad, esmero y gallardía
que
no
trepidan
en tomar de otra botella
sin torcer ni cambiar
el color de de sus zapatos

(también y además)
de algunas (os)
que dicen lo que dicen
sin abrir la boca
que
no
arrugan
ni la camisa ni el dedo anular
y demuelen
en la euforia del enojo
el mal ajeno
tampoco sé golpear la mesa
habitualmente
me pego en el índice
sé de pocos (as)
como yo
la mayoría suele bailar en su barrio
y
no
demoran
en encontrarle el cuesco a la breva
yo en cambio
predico en voz baja
y blasfemo en pijamas
sé que estoy vivo
porque respiro
y me crujen las rodillas
cuando me recojo.