lunes, abril 21, 2008

TETAS

I

Cuelgan como diosas encerradas,
se asoman al balcón
y el alma se desdibuja
en ruegos apurados.

II

Abren la curva del día
entre arrebatos de gloria,
y se llena la boca
de dientes.

III

Apuntan feroces hacia mí
cual espolón que brota
desde frutos ásperos
y labios sometidos.

IV

Como una danza atada de manos
revuelven la cordura
hasta que los suspiros
se ahogan en nuevas batallas.

V

No basta un roce gentil,
al cabo un ademán insolente
puede más que un par de manos
o un beso turbio de última hora.

VI

Las hay oscuras como el misterio,
sombras frescas sin descuido
que renuevan el aire
y pintan los dedos.

VII

Las hay con anillos estelares
que cubren el mapa del deseo.
Enormes planetas para dejar una gota.
Luz cenital que trepa en mis huesos.

VIII

Blancas colinas que nunca acaban,
traen el color de los crisantemos,
y culminan a sus anchas
en gritos de guerra.

IX

Pequeñas y suculentas
como sueños silvestres,
simulan una geometría inocente
pero le sacan filo a las uñas.

X

Las hay desbarrancadas por la vida,
empero sabedoras de lo vernáculo,
y dueñas de voces profundas
como la resurrección del orgasmo.

XI

105 orgullos.
90 sufrimientos.
81 resignaciones.
73 menudencias.

XII

Todas pueden parir un verso,
esconder una piedra caliente;
Lo fundamental no es la copa,
es el vino.

lunes, abril 14, 2008

Carta confesional sobre el miedo

Tengo miedo, miedo de todo lo que no puedo decir en voz alta. Miedo de aparecer y parecer. Miedo de lo fue y será. Miedo de la madurez, palabra inútil pero voraz. Miedo de no poder colarme en la fiesta de la vida, y tener que convivir con alegrías entrecortadas, con amarguras mutiladas. Miedo a malherir el pedazo grande del trozo de felicidad que me tocó cuando me largaron a vivir. Tengo miedo de titubear cuando de mi se espera un discurso macizo. Miedo de ustedes, los que de mi dependen. Miedo de la que tanto amo hoy, sin saber si me amará mañana. Miedo de no poder recuperar los dolores que dejé en otros corazones. Miedo de soñar con el deber de arrimar a este lado de mi todo lo que otras tantas tiré por la borda. Miedo de no encontrar los rastrojos de las veces que odie, para lavarles los pies. Miedo de salvarme sólo yo. Miedo de perderme sólo yo. Miedo de haberlo intentado y saber que no pude. Miedo de haber soñado de más y vivir de menos. Miedo de las demasiadas veces que elegí la menta en vez de la caluga. Miedo del remedo de valiente que fui en la mitad de la cobardía. Miedo de sentir que me vendrán los días vacíos y no tendré la firmeza para llenarlos de buenos augurios. Miedo de todos ustedes, los que quiero y no. Miedo de todo el dolor que pasó por mis manos, sin que me quemara el alma. Miedo de lo mucho que insulté sin cuidarme de herir. Miedo de olvidar que pasé raspando la muerte y no fue casualidad. Miedo de ti que me miras como se mira al rencor. Miedo del futuro, no como un estigma escrito en piedra, sino como un deber inmanejable, como un puente colgante en medio de una pesadilla. Miedo de cada paso que daré en falso, o sea casi todos. Miedo de reencarnarme en milico, en cura, en cajero, en acólito, en ordenanza, en cobrador de peaje, en enfermero de la posta central, en vendedor de pasta base, en contralor de la república. Miedo mayor de reencarnarme en mi. Miedo de ceder ante el miedo y abandonarme a pelar el ajo. Miedo al miedo de perderme el amor de mis hijos. Miedo al temor poca cosa del que no quiere levantar el día. Miedo al pavor que le dedicas al no dejarte llevar por la debilidad. Miedo a esperar que me ames mientras yo espero amarte. Miedo a que me falte tiempo para tropezar mil veces con la misma piedra. Miedo a poner más derrotas que triunfos en tus fracasos. Miedo de que el cielo se nos caiga a pedazos. Miedo de creer que serías capaz de olvidar que te quise. Miedo de los que se odian sin tapujos. Miedo de los que se aman sin oportunidades. Miedo de los que gobiernan y de los que desgobiernan. Miedo de los que murmuran y de los que gritan. Miedo de los que alborotan y de los que llaman a la comunión, aunque de estos últimos más bien desconfío. Miedo de los que se traen algo entre manos y de los que se las traen vacías pero rubicundas. Miedo del miedo que da conocer sólo una parte del guión de lo vivido. Miedo a arder sin que nos duela y salir incólumes a zanjar las diferencias. Miedo de la ironía y su miseria. Miedo a sonreír cuando de pena se trate el negocio. Miedo a que me des la mano y sientas como a veces transito desencantado por tu vereda sin que lo sospeches. Miedo a que un día cualquiera, un Martes por ejemplo, tú ya no estés y todo lo que soy, y todos los lugares de donde vengo, y todos los miedos que arrastro conmigo no tengan sepultura y me vea con el miedo adherido a la espalda, como un demonio inmortal.

miércoles, abril 02, 2008

Nobody Loves You (When You're Dead)

(título robado a lennon, John)


Qué pasará contigo?

Cerca de ti
la luz se desplaza
con pasos cortos.
El duelo esta
afuera y adentro
durmiendo en otra boca.

Lejos de ti
tu nombre flamea
sin mayor gracia.
Tu voz es la de un dios
vestido de ruegos
olvidados en casa ajena.

Estos días ya no son
esos días.
Son tristes deudas
amortajadas
escondidas bajo un sueño
que no se oye.

Qué pasará contigo?

Alguna vez
dejaste caer la inocencia
como se deja caer
la mala suerte
y pudo más el azar
que el camino elegido.

En la mitad de todo esto
has perdido,
como las buenas intenciones,
las hojas sueltas
del poema de tu vida,
ese que no llegó.

En resumen,
puedes apostar
a que nadie te amará
cuando estés muerto,
pero y si
te quedas acá
adherido sin permiso
como una sombra persistente
que se empeña
en dejar al olvido
encerrado en su laberinto

qué pasará contigo?